En el Perú numerosas familias profesan un verdadero amor por los perros. En solo un par de décadas la presencia de estas mascotas en los hogares limeños aumentó en más de un 20%. Sin embargo, aún existe mucha desinformación con respecto a los carcinomas en caninos, especialmente cuando se trata del cáncer de mama en perros.
Una encuesta realizada en el año 2014 registró que el 58% de las familias limeñas tienen al menos un perro en casa. Las estadísticas que manejan los especialistas veterinarios demuestran que son muchos los casos de cáncer en perros que se detectan en la clínica diaria, siendo esta una de las principales causas de muerte en estas mascotas.
Las pruebas demuestran que el 50% de los tumores detectados en perras corresponden a casos de cáncer de mama, lo que demuestra que estos animales son más vulnerables a este tipo de enfermedades en comparación con las mujeres.
Ante esta preocupante realidad, los propietarios de mascotas en Lima y el resto del Perú, deben estar alertas para detectar a tiempo esta enfermedad y garantizar el bienestar de sus amigos peludos.
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Los riesgos asociados al cáncer de mama van de la mano con dos factores principales: la raza de la mascota y su género. Las cifras demuestran que los tumores en glándulas mamarias se manifiestan con mayor frecuencia en hembras. Estamos hablando de alrededor de un 99% de probabilidades.
Los machos constituyen el 1% restante de los casos, con la particularidad de que en ellos las probabilidades de que las características del tumor sean malignas son prácticamente absolutas.
Las hembras completas o no castradas tienen un riesgo de cáncer de mama en perras superior, como consecuencia del tropismo que se manifiesta en la glándula mamaria debido a los estrógenos naturales.
La importancia de esterilizar a las hembras es tal, que incluso hay un índice de riesgo asociado con el número de ciclos estrales que la mascota ha experimentado, entendiéndose que a mayores períodos de celo, el peligro se incrementa.
A esto debemos sumar las incidencias dependiendo de la raza. Las estadísticas demuestran que las perras pequeñas son más vulnerables a este tipo de enfermedades. El mayor porcentaje de casos de cáncer de mama en perros se registran en estas castas:
Un bulto en las mamas es el primer indicador de que posiblemente la mascota está en riesgo de ser víctima del cáncer.
Por lo general un veterinario puede, durante una consulta de atención primaria, aproximarse a un posible diagnóstico haciendo una palpación exhaustiva de todas las mamas. Estas protuberancias podrían estar acompañadas de lesiones, secreciones o úlceras.
Los especialistas aseguran que los bultos redondeados, que además demuestran cierta movilidad, son los menos riesgosos, mientras que aquellos que podrían describirse como fijos e irregulares, poseen mayores posibilidades de ser diagnosticados como tumores malignos.
Algunas alteraciones en la conducta de la mascota, como el decaimiento, la falta de apetito, los vómitos o los trastornos respiratorios, podrían ser consecuencia del cáncer de mama en perros, sin embargo no es determinante. Todos estos síntomas perfectamente podrían ser consecuencia de otras enfermedades.
La historia clínica de la mascota será determinante para evaluar su perfil y el porcentaje de riesgo que presenta, especialmente cuando se considera el posible número de ciclos estrales que ha presentado la perra, así como sus embarazos o episodios de pseudopreñez.
Realizada la historia y culminada la exploración general, el especialista se enfocará en evaluar las glándulas mamarias, así como los linfonódulos regionales (axilar e inguinal).
Sumando la historia de la paciente a la exploración general, el diagnóstico de neoplasia mamaria es una de las primeras consideraciones tratándose de cualquier nódulo. Sin embargo, una biopsia escisional, así como un estudio histopatológico, serán la clave para confirmar las sospechas de cáncer de mama.
Los tumores malignos en las glándulas de las mamas pueden ocasionar, fácilmente metástasis, atacando de manera agresiva algunos de los órganos que son blanco de esta enfermedad, como los pulmones, el cerebro, el hígado, los riñones, el corazón y las glándulas adrenales, entre otros.
Esto se debe a que las mamas constituyen una zona formada por numerosos vasos sanguíneos, que conectan con los ganglios linfáticos. Las estadísticas demuestran que de cada dos hembras, una puede ser víctima de carcinomas.
Los tumores suelen comenzar a aparecer en hembras de más de 8 años de edad y se estima que el 45% de las formaciones en las mamas pueden ser benignas, sin embargo no es aconsejable bajar la guardia.
La cirugía y la quimioterapia juegan un papel fundamental en estos casos. Si no hay metástasis, uno de los procedimientos más aconsejables es la mastectomía parcial o total de la glándula afectada.
En ciertos casos, el especialista puede tomar la decisión de extirpar todas las mamas, incluyendo los ganglios linfáticos implicados. Desafortunadamente, cuando se comprueba que existen otros órganos comprometidos, el tratamiento mediante quimioterapia se hace necesario.
Tratándose de cada mascota los pronósticos pueden ser reservados y la perra deberá visitar al veterinario regularmente, para tener noticias de la evolución de la enfermedad.
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